We are in fairly good company when we ask God for
justice. Often enough we hear and agree with the lament of
the people of Israel asking God why the wicked prosper.
However, when we call out for justice, we usually want
someone to get his or her comeuppance. God’s justice is
something other than this, of course. God’s justice
comprises a wonderful rightness between God and
humankind.
Today, Jeremiah looks ahead to a time when a just one
will sprout from the shorn-off stump of Jesse of the house
and family of David. Life was not fair in Jeremiah’s time.
Israel’s kings held the promise of God’s fidelity, but it was
difficult to see how God’s promise could be realized
through them.
Nevertheless, Jeremiah lifts his voice and announces
that the Promised One will come. Luke’s Gospel echoes
that announcement, and Paul is filled with sturdy
encouragement. And so Advent begins with a promise.
La Promesa De Justicia
Estamos en buena compañía cuando clamamos a Dios
por justicia. Con frecuencia escuchamos y estamos de
acuerdo con el pueblo de Israel que pregunta a Dios por qué
el malo prospera. Sin embargo, cuando clamamos por
justicia usualmente queremos que alguien reciba el castigo
que se merece. Obviamente la justicia de Dios es más que
eso. La justicia de Dios abarca una maravillosa rectitud
entre Dios y la humanidad.
En la lectura de hoy Jeremías avizora un tiempo en el
que un justo brotará del tronco de Jesé, de la casa y la
familia de David. La vida no era justa en el tiempo de
Jeremías. Los reyes de Israel mantenían viva la promesa de
la fidelidad de Dios, pero era difícil ver cómo la promesa de
Dios se podía cumplir por medio de ellos.
No obstante, Jeremías levanta la voz y anuncia que ya
viene el Salvador prometido. El Evangelio de Lucas hace eco
de ese anuncio, y Pablo se llena de un gran ánimo. De esta
manera el Adviento comienza con una promesa.
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